Jackson Guitar

sábado, 28 de mayo de 2016

Inspírala.

Ay, mar.
Cómo me gustan todas y cada una de tus olas,
sean grandes o pequeñas,
choquen contra acantilados o hagan balancear mi barca.

¿Y los peces que asoman a tu superficie?
Esos que se dejan ver en más de una ocasión,
que tímidamente guardas para tus adentros,
pero que son tú y por eso te hacen más alegre aún.

Qué bonito es pasar la mano y notarlos por mis yemas.

También el rumor de tu movimiento,
que de cada sonido emanan melodías
que esconden el arte que tienes aprendido,
ese de la vida y sus estructuras.

Cuando dejas ver tus profundidades oscuras,
aquellas que oprimen el pecho, te comprendo.
Pero forzosamente llegan los corales,
que si eres vida, eres altibajos, mareas y calmas.

A todo esto, mar,
debo contarte que tienes homóloga en persona,
que sus olas son curvas,
sus peces son manchas,
sus rumores, su voz;
y su abismo, sus inseguridades;
que ojalá os conocierais un día en verano
y volviera a sus tierras vestida de coral,
que este marinero en su barca la ayudase a subir de la zona abisal,
o que ella,
con el ímpetu de su oleaje,
lo hiciera.

Mar,
inspírala.

domingo, 8 de mayo de 2016

De acero.

Tú me dices
que esta cárcel compuesta de
carne, huesos y piel que (te) señalas
no te deja ser feliz,
y es que la llamas cárcel
porque ahí has encerrado sufrimiento,
que ha sido escenario de
prejuicios, angustia y auto-castigo,
fruto de toxicidad personificada.

Y yo te digo
que esta cárcel compuesta de
carne, huesos y piel que (te) señalas
dejará de ser una cárcel,
pero como en toda lucha contra una opresión
hay que empuñar armas,
así que prepárate para cortar barrotes con
mentalización muy afilada,
dejar fuera de combate a guardias con
Voluntad de Poder,
pasar delante de cámaras de vigilancia sin
miedo,
pues no hay quien pueda con una
Übermensch
que tire abajo los muros levantados por sus propias manos
en un episodio triste de destrozada autoestima.

Y más te digo incluso,
que esos barrotes serán los tallos,
que la sangre derramada será la savia,
que los añicos de los muros serán las hojas y los pétalos
de las flores que nacerán
de tus estrías, tus caderas, tu vientre, tus manos, tu pecho y tu cuello,
y las cámaras serán testigos de cómo
alguien presa de sí misma
se reconstruye de tus añicos purificados.
Y entonces,
solo entonces,
cuando ni un espejo ni unos ojos sean un obstáculo a tu felicidad,
serás invencible, imparable.
De acero.

sábado, 7 de mayo de 2016

Era cuestión de tiempo.

¿No lo oyes?

Sí, ese rumor constante. Presta algo de atención.

Tic, tac. Tic, tac...

Ahí lo tienes. Monstruoso, ¿cierto?

¡Qué cara se te ha quedado, ni que hubieras visto todo el sufrimiento humano concentrado en un escenario macabro!

Bueno, quizá sí lo hayas hecho. Tu expresión facial lo confirma.

¿Te das cuenta de tu propia miseria ahora que te ves reflejado en este espejo imaginario dentro de tu cabeza? ¿Ves los hilos que mueven las marionetas, las risas enfermizas de los titiriteros y el atrezo de tu supuesta vida cómoda?

Pues cuidado, que está a punto de caer el suelo.

Es una sensación angustiosa, lo sé. A nadie le resulta fácil asumir que sus pilares -vacío-, sus creencias sobre el mundo -ilusión- acaban de ser destruidas por el mero hecho de observar y reflexionar.

¡No, por favor, no te hundas, aguanta un poco! ¡Estás cayendo para resurgir!

Ale, ya hemos tocado fondo, aquí acaba nuestro descenso. Te doy la bienvenida al comienzo de tu nueva vida.

Ahora toca prestar mucha atención. Todo lo que no te habías parado a analizar hasta hace cinco minutos es de suma importancia para llegar a entender las causas de la desgracia en tu entorno y en ti.

Uy, mira, ahí viene algo. ¡Qué pasa, vampiro...!

Qué asco me dan, no hacen más que chuparnos la sangre, la vida, los beneficios que generamos trabajando, y nos los pintan como los buenos. Qué atrocidad de ser.

Vaya, por ahí va algo más.

Oh, parece un disco rallado.

Efectivamente, no para de repetir que solo queremos vaguear, que si queremos cobrar más tenemos que trabajar más duro, que la culpa de que no tengamos trabajo son los inmigrantes, que las mujeres están para fregar y dar hijos, que nos dejemos de mariconadas de géneros y sexualidades... ¿Por qué no han apaleado ya este radio-casete?

Joder, la de sufrimiento que nos hubiéramos ahorrado si estos cacharros, juguetitos de los titiriteros de risas enfermizas, se hubieran molestado en cuestionarse algo en serio una vez en su resentida vida de cacharro, en darse al botón de pausa, quitarse el disco que llevaban dentro, mirárselo con un poco más de detenimiento y pensar si todo lo que les hace decir es cierto. ¡Anda que no descubrirían discos con frases más pensadas, en vez del que llevan predestinado, aunque se les haya presentado como la verdad en infinidad de -manipuladas y televisadas- veces! Será cuestión de que caigan igual que acabas de hacer tú... La hostia que se darían sería brutal, pero así se aprende a veces.

Esta es mi parte favorita. Acabamos de llegar al comienzo de la escalera de subida.

Oh, ¡qué ostentoso, qué bien decorado y maquillado, qué columnas, qué de palabras bonitas! ¿No te parece maravilloso nuestro querido Estado burgués? Qué mono él, con sus vampiros de fondo sonriendo y algunos de sus títeres jugando a ser elegidos cada cuatro años por nuestro súper sistema democrático para turnarse la cúspide, a ver quién les ofrece el mejor surtido de leyes en su favor para que no se enfaden, no vaya a ser que perdiesen sus poderes de chupa-plusvalías, sus propiedades privadas de los medios de producción.

¡Eh, espera, espera, no destroces nada!

Sí, lo sé, a mí también me dan ganas de romper muchas cosas, pero se va por ahí. Sí, por la escalera que te he dicho antes. Para cambiar radicalmente algo, tendrás que haberlo entendido bien, tener un método para arrancar de raíz las malas hierbas y organizarte con quien haya llegado al mismo punto que tú. ¡Rompiendo cuatro tontadas puntualmente no vas a cambiar las cosas, aunque te sirva para demostrar tu ira e inconformismo!

Pues ale, sé libre, pajarito. Bueno, ya sé que libre libre aún no vas a ser, pero es que la expresión quedaba bien.

Te espera un arduo camino de estudio de la situación por esos escalones, muchas páginas, muchos términos, mucha frustración, mucho querer -y no poder- coger un bate de béisbol y reventar cosas, mucho autocontrol ante momentos adversos, muchas personas aliadas y muchas personas en contra... En fin, mucho andar.

Pero cuando llegues al final.

Tic, tac. Tic tac...

Cuando lo hagáis.

Tic, tac. Tic tac...

Cuando tengáis conciencia de clase, conciencia revolucionaria.

Tic, tac...

Cuando seáis de hierro, imparables.

Tic...

Cuando el régimen se tambalee.

Tac...

Y sus pilares comiencen a agrietarse.

Tic...

Cuando muestre su última y feroz puesta en escena de su carácter de opresión de clase.

Tic...

Y las fuerzas del orden salgan a reprimiros a las calles.

Tac...

Tened preparadas las armas para el combate.

Tic...

Pues la liberación del proletariado es la última batalla por la que valdrá la pena que se tiñan de rojo -de vampiro, de disco rayado, de Estado burgués- los escaparates.

Pam.