Jackson Guitar

miércoles, 13 de marzo de 2019

Sufrir

Sufrir sin entender la raíz de nuestro sufrimiento es doloroso y desesperante, siempre enmascarado entre "será un castigo divino", "no hay nada que hacer" o "quizá me lo merezco".

Sufrir siendo consciente de la raíz de nuestro sufrimiento es doloroso y odioso, la sombra de su razón de ser amartillándonos el cráneo mientras aún nos peleamos entre la ira y la apatía con tal de que haya un fuego que nos mantenga en pie o lo apaguemos para no quemarnos más.

Ni el estrés, ni la ansiedad, ni la poca autoestima, ni la desgana, ni el desasosiego, ni los bajones, ni las ganas de perder el máximo tiempo posible y sentirse culpable por hacerlo, ni la cara mustia, ni las ganas de gritar en un bosque para no molestar mientras revientan varios capilares en los ojos, ni el hervor de la sangre y el estómago mientras se acidifica la saliva, ni la soledad en grupo, ni el agobio en la ciudad, ni la irrelevancia en el campo son caprichosos ni irracionales.

Existe una vinculación interna entre estos elementos, entre todas las espadas y agujas que atraviesan y configuran la fisonomía y estado mental del proletariado. Y porque existe esa concatenación de elementos como derivaciones naturales de una misma cosa, y porque somos el último producto desgarrado de esa misma cosa (la sociedad de clases) podemos, y debemos, y cada vez más queremos, y hacemos lo que está en nuestras manos para contribuir a elaborar la hoja de la espada que nosotros mismos empuñaremos y con la que descuartizaremos todas y cada una de las ataduras miserables que nos oprimen la vida y el pecho, y será nuestro menester crear unas nuevas que no nos retuerzan el pescuezo, sino que nos los acerquen gentilmente para poder escuchar el bombeo de la sangre viva y besar su riego.

Y quienes osen por entonces levantar más muros de agonía insufrible merecerán el más severo de los castigos de ser enviados con la contundencia más violenta de las masas a su histórico, pútrido y cementérico basurero.

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